Miguel.
Mismo día de tu partida.
Aún no te
habías ido y ya echaba de menos no poder abrazarte hasta dentro de un mes. Veía una mirada llena de tristeza… recordaba todos los momentos que hemos pasado juntos estos días,
en lo bien que hemos estado y pensar en el volver a la cotidiana vida.
Y así me he pasado toda la tarde, mirando al
vacío, ignorando lo de mí alrededor y pensando solo en ti, en cómo me tratabas. Recuerdo tantas veces haber deseado que
llegara el momento de poder tenerte a mi lado… que me ha parecido demasiado
efímero. Por esta razón espero, que el tiempo hasta tu regreso pase también efímeramente.
No puedo
negarte haber tenido sensación de tristeza ni ganas de llorar esta tarde,
porque las he tenido, pero esto pasará muchas veces y no nos podemos poner así
siempre que ocurra. Aunque en esta noche te aseguro que no podré dejar de
pensar en ti.
Y que sepas,
que eres mejor de lo que me imaginé, mucho
mejor.
Me
encanta como me acaricias mis manos frías, cómo me pasas el pelo tras la oreja
y me despeinas, cómo me sorprende tu forma de reír, tú forma de mirarme, de
sacarme defectos y que tengas la suficiente confianza para decírmelo y me sigas
viendo de la misma forma…
Nuestros sueños se van
haciendo poco a poco realidad .
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